Atendiendo al documento de consenso de lipedema, actualizado del año 2019, podemos definir esta patología como una “alteración o trastorno crónico de la distribución del tejido graso que afecta casi exclusivamente a las mujeres e involucra fundamentalmente los miembros inferiores”.
¿Cuáles son los síntomas principales?
El objetivo fundamental es tener claros los síntomas.
Se trata de una afección prevalente en mujeres, de carácter crónico que cursa con una inflamación muy característica en los miembros inferiores, una gran predisposición a la formación de hematomas de forma espontánea y cursa con dolor. Se considera una patología del tejido graso y día de hoy no está claro si debe considerar como una enfermedad o como una alteración meramente estética.
La persona puede estar delgada en el tronco superior y, sin embargo, presentar estas características en el miembro inferior, donde se concentra esta acumulación de grasa de forma simétrica.
Las pacientes que suelen padecerla experimentan dolor o hipersensibilidad al palpar los miembros inferiores, acompañado de una sensación muy marcada de pesadez, la cual aumenta al permanecer mucho tiempo de pie, cuando hace calor excesivo o cuando hay que permanecer mucho tiempo sentado como puede ser durante un viaje en un espacio reducido con poca capacidad de movimiento.
Otra característica a destacar del lipedema es que, además de no responder de forma significativa a dieta y entrenamiento, tampoco suele responder de forma satisfactoria a otro tipo de tratamientos enfocados a mejorar el edema o inflamación. Es decir, no se experimenta una reducción significativa del volumen de los miembros inferiores.
Dado que se trata de una afección relativamente moderna y reciente, aún no tenemos datos concluyentes sobre su prevalencia, etiología o fisiopatología. Así como su protocolo diagnóstico no está consensuado. Tal es este aspecto, que aún no ha sido clasificada como enfermedad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Muy habitualmente suele confundirse con obesidad, celulitis, linfedema (disfunción del sistema linfático) o diversas patologías vasculares.
¿Cómo saber si se padece lipedema?
Si te has sentido identificada con el punto anterior, tienes mas claro tu objetivo: mejorar el lipedema.
Sigue leyendo.
Si has iniciado un plan bien estructurado, combinando de dieta hipocalórica y entrenamiento adaptado a tu objetivo y tras 6-8 meses de hacerlo todo de forma muy consistente no obtienes ningún resultado significativo muy probablemente puedas verte afectada de lipedema.
Es importante hacer especial hincapié en lo de cumplir de forma muy consistente un plan combinado de dieta hipocalórica con entrenamiento concurrente: fuerza y cardiovascular. Para que os podáis hacer una mejor idea de ello responded a estas preguntas:
- Cumples al 100% la dieta, sin hacer ni una sola comida libre o fuera de tu plan de alimentación
¿SI / NO?
- Realizas tu entrenamiento religiosamente, sin saltarte el ejercicio cardiovascular pautado además de hacer entrenamiento de fuerza. ¿SI / NO?
- Tu ingesta de agua es adecuada y abundante a lo largo del día ¿SI / NO?
Si has respondido SI a todas las preguntas anteriores y la mejora no es significativa y además tu aspecto es similar al inicio del plan, es muy probable que puedes estar padeciendo esta patología.
¿Cómo se lleva a cabo su diagnóstico?
A día de hoy aún no existe un protocolo diagnóstico consensuado, por lo que se trata de una patología que puede pasar desapercibida al confundirla con obesidad o edema, todo ello derivado de un diagnóstico inadecuado.
Principalmente, puede ser confundida con problemas circulatorios o bien como un exceso de grasa o incluso una mera retención de líquidos (edema).
Derivado de la ausencia de diagnóstico consensuado, los datos de prevalencia son insuficientes y heterogéneos, siendo imposible establecer un criterio claro en ese sentido.
En la actualidad es considerada una afección “rara” a nivel de tejido adiposo.
Se realiza un diagnóstico clínico diferencial, sin pruebas específicas, mediante un examen físico y visual. Y previamente habrá que descartar obesidad, insuficiencia venosa o linfática o linfedema.
El objetivo del diagnóstico debes ser diferenciar el lipedema de otras afecciones.
¿Cómo puede mejorarse o mitigarse la sintomatología? El tratamiento.
El objetivo del abordaje del lipedema puede llevarse a cabo de diversas formas, como veremos a continuación.
Es precisamente en personas con lipedema, donde debe darse una importancia alta a mantener una composición corporal adecuada, para contrarrestar los efectos indeseados o incluso evitar su empeoramiento. Es fundamental para mejorar la calidad de vida en este tipo de pacientes y reducir la molesta sintomatología.
Cabe destacar que un estilo de vida inadecuado es un agravante: sedentarismo, deficiencia o ausencia de ejercicio físico, mala alimentación, patologías circulatorias, obesidad o sobre peso elevado, alto grado de estrés, descanso inadecuado, etc.
La sintomatología molesta del lipedema, se va a ver favorecida de forma muy significativa si el paciente mantiene un peso adecuado y lleva a cabo algún tipo de ejercicio físico de forma regular.
Este ejercicio físico, deberás ser adaptado para cada caso, teniendo en cuenta las necesidades y circunstancias concretas del paciente. Además, es muy recomendable el aumento de la actividad física diaria para mitigar los efectos negativos del sedentarismo, con estas sencillas recomendaciones: caminar más a diario en actividades cotidianas como hacer la compra, coger menos el coche o el transporte público, usar las escaleras y aparcar el ascensor.
A nivel nutricional, el lipedema deberá abordarse con un plan de alimentación hipocalórico con el fin de conseguir que la energía necesaria se obtenga del tejido adiposo almacenado. Para ello, se pueden emplear distintas estrategias dietéticas, como podrías ser una dieta alta en proteínas y moderada o baja en hidratos de carbono.
El edema asociado a esta patología, se agrava con la inmovilidad y el sedentarismo. El sistema linfático precisa de movimiento para que pueda darse un correcto drenaje. Si se prolonga en el tiempo esta situación de falta de actividad, el linfedema que en un principio puede ser funcional podría tornarse en crónico. Todo ello, genera un caldo de cultivo perfecto para empeorar el lipedema.
Dado que no se trata de un caso de edema real, si no que se trata de una alteración del tejido graso, los diuréticos no serían efectivos.
Existen técnicas no quirúrgicas que pueden potenciar todo lo anterior y mejorarán de forma significativa el tejido graso, lo cual potenciará la autoestima del paciente y le brindará una mayor calidad de vida: mesoterapia, radiofrecuencia, infiltraciones para grasa localizada, carboxiterapia, ultrasonidos y ondas de choque, crioterapia, etc.
Para mitigar el dolor característico de esta patología, debiendo valorarse para cada caso de forma personalizada, podrían emplearse medidas o prendas de compresión o masajes para drenajes linfáticos de forma manual. Siempre habrá que tener presente, que esta vía va a calmar el dolor, pero el tejido graso no se verá reducido.
En última instancia, y siempre que se haya comprobado durante un tiempo estimado de entre 6 y 8 meses que no se responde a nada de lo anteriormente descrito, podría valorarse una intervención quirúrgica mediante la técnica de liposucción. Es preciso tener en cuenta que, para optar por esta solución, previamente deberá alcanzarse un estado de normo peso.
Si os habéis sentido identificadas con este post, no dudéis en poneros en contacto con nosotros y os resolveremos cualquier duda que os pueda surgir.
Por Raquel Capel.
Dietista-nutricionista